Hipódromo: Político Por: Carlos Cortes
No hay fecha que no se cumpla ni plazo que no se llegue. Pero el próximo 30 de agosto, en 28 días más, los diputados federales ya no serán más. Los actuales, algunos de los cuales ya iniciaron mudanza, unos al Senado, otros a dependencias federales o locales, pero lo más a su casa, ya no tendrán fuero ni serán parte de la historia de México a partir del próximo primero de septiembre.
Para cuando Enrique Peña Nieto entregue o de lectura a su sexto y último informe de gobierno, ellos ya no estarán sentados en esas cómodas curules de San Lázaro ni serán los observadores, escuchadores y aplaudidores de las últimas palabras del mexiquense como presidente de México. Los convidados a la mesa del señor serán otros.
Y aquí se abren dos interrogantes: primero, ¿esta legislatura federal fue buena para México? Y segundo, ¿esta legislatura federal fue buena para Tamaulipas? Y más allá de responder a cada una de estas interrogantes, deberíamos ser los mexicanos y los tamaulipecos quienes las contestemos desde nuestro rol de ciudadanos, así como los propios, en pocos días, ex legisladores federales.
Y lo digo porque el país que estamos viviendo hoy en día, el que recibirá el nuevo gobierno federal, será un país marcado por la violencia, por la pobreza, por la desaceleración económica y por la falta de oportunidades. Así lo quieran pintar de rosa con cielo azul, nuestro México es un país al que le ha faltado trabajo, amor y liderazgo desde el gobierno federal.
Si no, entonces como explicar que fue el 2017 el año más violento de la historia de México, con una cifra récord de 31 mil 174 homicidios, cifra superior en 27% a lo reportado en 2016, y mucho más elevada que el registro de 27 mil 213 víctimas en el 2011, el año más violento del sexenio de Felipe Calderón.
Ello quiere decir que la tasa de homicidios en México se disparó a 25 asesinatos por cada 100 mil habitantes, superior a la de 20 por cada 100 mil habitantes reportada en 2016. Y tome usted nota, porque la principal causa de muerte en el país fue la agresión con armas de fuego. De los 31 mil 174 homicidios, 20 mil 033 casos fueron causados con armas de fuego. En este sangriento escenario, las entidades con mayor número de homicidios en 2017 fueron el Estado de México, con tres mil 46; Guerrero, con dos mil 578; Guanajuato con dos mil 252; Chihuahua con dos mil 221 y Baja California con dos mil 144.
¿Y entonces dónde estuvo el Congreso de la Unión en estos tres años? ¿Por qué no hubo una condena a los malos resultados del Gobierno Federal en este tema? ¿Dónde está siquiera, un señalamiento al incremento de los combustibles que tanto ha dañado a la economía y a la sociedad? ¿Dónde está la solidaridad social de los diputados federales con sus representados con el crecimiento de la pobreza? ¿Acaso se habrán olvidado los diputados federales que uno de los compromisos de campaña de Enrique Peña Nieto fue reducir la criminalidad y la violencia en el país, lo que obviamente no ocurrió?
Obviamente, no todos fueron de diputados invisibles, de cristal, pero si la mayoría. Si hubo legisladores de calidad y con calidad, pero fueron los menos. Si todo San Lázaro se hubiera fajado hoy el país sería otro para todos, pero lamentablemente no fue así. De los 500 diputados sólo a unos cuantos les importó el país y los mexicanos.
Yo no se si Usted vio a su legislador federal en acción o si después de la campaña regresó de perdido a agradecerle su voto, pero de que los legisladores federales se volvieron invisibles, se volvieron invisibles. Y entonces, ¿para que pagar tanto en salarios, viáticos, bonos de marcha, seguros de gastos médicos mayores y otros conceptos que nos cuestan a los ciudadanos millones y millones de pesos, si a los legisladores federales no se les vio por ningún lado? Esta legislatura fue prácticamente invisible.
Y más allá, ¿a usted su representante o representantes le informaron de las gestiones realizadas desde su cómoda curul en San Lázaro a lo largo de los tres años de gestión? Me parece que a esta legislatura en especial deberá de ser juzgada por la historia, porque no se vale defraudar al pueblo con promesas incumplidas y con acciones que nunca se realizaron.
Hay que hablar con la verdad. Y ello, los flamantes diputados federales invisibles, los que afortunadamente ya se van, deben ser ejemplo para quienes llegan. Los mexicanos queremos legisladores activos, que sirvan, que escuchen, que resuelvan y que sobre todo hablen con la verdad. Diputados de cristal, invisibles, ya no por favor.
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