Un hombre logró escapar de una casa en la que estaba privado de su libertad, esto luego de ser reclutado con engaños para laborar en una empresa de “seguridad”.
por LaVerdad
Un hombre logró escapar de una casa en la que estaba privado de su libertad, esto luego de ser reclutado con engaños para laborar en una empresa de “seguridad”.
El modo de operación es desde sitios web, tales como facebook y whatsapp, pues desde ahí solicitan guardias de seguridad y/o escoltas, sin embargo la cruda realidad es otra.
De acuerdo con el testimonio de un hombre que responde al nombre de Luis; la persona que se encarga de verificar dichos procesos de contratación es ‘El Sapo’ o ‘El 90’, brazo derecho y sucesor del Mencho; líder del cartel. Cabe destacar que ‘El Sapo’, es uno de miembros destacados del Cártel Jalisco Nueva Generación, pues has sido jefe regional de Tabasco y Veracruz, y se dice que tiene todo el respaldo y confianza de El Mencho.
Testimonio:
“Cuando me escapé me fui muy lejos porque sabía que donde me vieran me iban a matar. Pensé que si iba directamente al Gobierno ellos me iban a entregar al cartel, y después de un tiempo salió a la luz en las noticias que alguien estuvo en la misma situación que yo y se animó a hablar y pues yo dije que mi objetivo al escapar de allá arriba era tratar de brindarle paz y tranquilidad a aquellas personas que perdieron la pista de sus seres queridos. Muchos de ellos son las personas que yo vi calcinar y que nadie de sus familiares se dio cuenta cómo murieron y cómo desaparecieron a menos que yo hable, entonces voy a arriesgarme a platicar mi historia y llevar un poco de paz a sus familias y que no sigan esperanzados a que van a encontrarlos. Fue que me comuniqué con la Fiscalía de Jalisco y les comenté que yo también fui privado de mi libertad en la sierra de Navajas por el cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y que podía identificar a 17 desaparecidos que vi con mis propios ojos morir en las manos de nuestros captores”.
Asimismo, el hombre reveló que se encontraba muy ilusionado, pues ese sería su primer día de trabajo; sin embargo lo que nunca imaginó era que al ingresar al lugar de ‘capacitación’, éste sería privado de su libertad y vería la manera en como le quitaban la vida a otras personas.
“Al contactarme para el trabajo pregunté si todo era legal. “Mira, si fuera ilegal no te mandábamos a entrenamiento para que puedas portar un arma. No te apures, todo será legal”. Le dije: ‘Oiga, pero ¿todo va a estar bien? Tengo a mi mamá enferma y necesito comunicación con ella’. Ahí fue cuando me dijo Mario que le caí a toda madre, que iba a llegar recomendado por él. Agarré un taxi al periférico. A los 10 minutos llegó un carro. Me preguntaron si me llamaba Luis. Les dije que sí. Me subí y fuimos por otro muchacho, nos metimos a un lugar muy enredoso. Salió un güero con barba, pelo poco chinito, gordito, de ojos verdes, ahora sé que se llama Ignacio. Dos mujeres salieron a despedirlo, no se quitaron de la entrada hasta que nos fuimos. Vi nervioso al chófer, fumaba un cigarro tras otro. Le hice plática y me dijo que tenía apenas una semana trabajando, pero que no le habían pagado viajes anteriores. Era el primero de mayo. Nos dejaron en la carretera y ahí llegó una pick up con otros tres muchachos que venían del Estado de México. Uno tenía ojo postizo, otro era delgado con pierna postiza y el tercero era gordito con un mechón de pelo que le salía de la frente. El chófer era un gordo sucio que nos ordenó subirnos a la caja.
En el camino supimos que los cinco habíamos estado en el WhatsApp un día anterior y habíamos sido contactados por medio de bolsas de trabajo a las que nos inscribimos en Facebook para el trabajo de escolta o guardia de seguridad por 4.000 a la semana. Era muy atractivo para mis necesidades”, cuenta Luis.